
Por Carol Hedges
En general, se ha aceptado que el libre mercado es el mejor método para producir riqueza y crecimiento en este país y que, para aprovechar ese motor de crecimiento, teníamos que aceptar la desigualdad. Durante mucho tiempo se nos dijo que crear políticas para mitigar la desigualdad reduciría los incentivos para el crecimiento. Se nos dijo que había una compensación natural entre igualdad y crecimiento: había que sacrificar el máximo crecimiento para domar la desigualdad. Esto ya no parece ser así.
Como señala Joseph Stiglitz en su reciente editorial del New York Times, la idea de que debemos sacrificar el crecimiento para domar la desigualdad es errónea. Las políticas que mitigan la desigualdad no frenan el crecimiento. Cada vez está más claro que es la propia desigualdad la que frena el crecimiento. Resulta que rectificar el abismo de desigualdad en nuestro país es una agenda a favor del crecimiento. La igualdad y el crecimiento están entrelazados, no son polos opuestos.
Stiglitz enumera varias razones por las que la desigualdad está aplastando la recuperación económica. La principal razón es que la clase media es demasiado débil para sostener el gasto de consumo, que es un enorme motor del crecimiento económico. Como el 1% de las personas con mayores ingresos recibió el 93% del crecimiento de la renta en 2010, la clase media ha visto reducidos sus ingresos y, por tanto, su poder adquisitivo.
La debilidad de la clase media, combinada con la destreza con la que los que más ganan evaden impuestos, ha dejado a Estados Unidos sin dinero para invertir en nuestro futuro. Como señala Stiglitz, "la baja recaudación de impuestos significa que el gobierno no puede hacer las inversiones vitales en infraestructuras, educación, investigación y sanidad que son cruciales para restaurar la fortaleza económica a largo plazo."
La desigualdad no es sólo un problema económico; las ramificaciones que tiene para la política pueden crear un ciclo de refuerzo negativo. "Incluso si fuéramos capaces de ignorar el imperativo económico de solucionar nuestro problema de desigualdad, el daño que está causando a nuestro tejido social y a la vida política debería hacernos preocuparnos. La desigualdad económica conduce a la desigualdad política y a un proceso de toma de decisiones roto"
Stiglitz concluye su editorial con unas palabras que constituyen un excelente marco para explicar por qué Colorado debería invertir en las familias de clase media: "La buena noticia es que nuestra forma de pensar se ha reformulado: antes nos preguntábamos cuánto crecimiento estaríamos dispuestos a sacrificar por un poco más de igualdad y oportunidades. Ahora nos damos cuenta de que estamos pagando un alto precio por nuestra desigualdad y que paliarla y promover el crecimiento son objetivos entrelazados y complementarios."
Para consultar el artículo completo, véase: http://opinionator.blogs.nytimes.com/2013/01/19/inequality-is-holding-back-the-recovery/
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